lunes, 9 de agosto de 2010

El negocio de la fe


De un escritor de Kenia, África: “Cuando los hombres blancos llegaron, nosotros teníamos la tierra y ellos la Biblia. Nos enseñaron a rezar con los ojos cerrados, cuando los abrimos, ellos tenían la tierra y nosotros la Biblia”. . .


El Dinero de Dios: Los tres religiosos charlaban animosamente cuando apareció un cuarto y lanzó la pregunta: ¿cómo hacen para saber qué dinero de las limosnas se destina a Dios y qué parte es para ustedes?. Los tres primeros se miraron y empezaron a responder. "En nuestra iglesia tenemos un método simple: con tiza trazamos una línea en el piso y tiramos el dinero al aire; lo que cae a la derecha de la línea es para Dios, lo que cae a la izquierda es para nosotros", dijo uno. El segundo también se sumó: "nuestro sistema es similar, salvo que hacemos un círculo en vez de una línea; lo que cae dentro del círculo es para Dios, lo de afuera es para nosotros". Finalmente, el tercero contó su experiencia: "la metodología nuestra tiene rasgos similares a las de ustedes, pero no hacemos ninguna marca; simplemente tiramos el dinero al aire. Lo que Dios agarra es para él, lo que cae es para nosotros".

Cómo sustentamos a nuestra Católica y Romana Clerecía


Guardado bajo siete llaves, el financiamiento estatal de la Iglesia resulta uno de los misterios más divinos de la democracia argentina. El presupuesto nacional 2010 elevó a casi $36 millones la partida a la Iglesia, una bicoca insignificante respecto de las asignaciones giradas por los estados provinciales y municipales a los colegios católicos, de aproximadamente $2.500 millones como estima en forma conservadora el periodista Eduardo Blaustein (Miradas al Sur, 18/7), sin considerar los ingresos de Caritas y los aportes de las grandes empresarios.
La última dictadura reforzó aún más la unidad entre Iglesia y Estado, imponiendo una legislación que promovía la ampliación del número de religiosos y la cantidad de instituciones confesionales beneficiadas por los subsidios, como las parroquias de frontera y las ubicadas en zonas desfavorables


Entre los bandos dictados por Videla y Martínez de Hoz, la Ley 21.950 garantiza que el Estado pague anualmente $3.390.000 a 66 obispos en actividad y $1.430.000 a 32 obispos retirados. La Ley 22.430 asigna jubilaciones graciables por una suma de $55.800. La Ley 22.161 asegura la manutención mensual del párroco de frontera equiparable a un empleado administrativo estatal de la categoría más baja, más allá de que de conjunto el Estado sostiene los ingresos mensuales de 16.457 curas y monjas que no pagan impuestos, no tienen cargas sociales, no aportan a ganancias ni a la jubilación. Según Guillermo Olivieri, titular de la Secretaría de Culto, “un obispo debería ganar $13.000 por ser el equivalente al 70% de un juez nacional de primera instancia” (Miradas al Sur, 18/7).

Como verán, a Dios rezando . . . ¡Y los billetes contando!

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