miércoles, 30 de diciembre de 2009

Abusador sexual, jubilación de privilegio

El 2 de mayo de 1995 Edgardo Storni, un abusador sexual condenado que cobra una jubilación de 7.000 pesos, refiriéndose a la complicidad de la Iglesia con los crímenes de la dictadura militar, declaraba en su rol de obispo de Santa Fe: "... La Iglesia no necesita hacer ningún examen de conciencia y mucho menos pedir perdón a la sociedad argentina..."

El monje negro, ex arzobispo de la ciudad de Santa Fe, Edgardo Storni, fue condenado a ocho años de prisión por abuso sexual agravado por su condición de sacerdote. La jueza María Amalia Mascheroni resolvió de esta forma la única causa abierta que pesaba sobre el ex prelado.

La causa tuvo inicio ante la denuncia del ex seminarista Rubén Descalzo, por un hecho ocurrido en el año 1992, que fue denunciado 10 años después.
El caso Storni tomó repercusión en el año 2000, a partir de una denuncia publicada en el libro Nuestra Santa Madre (ver capítulo 9, "El príncipe y el pastor") de la periodista Olga Wornat, presentado en la Feria del Libro de Santa Fe.

En septiembre de 2002, el entonces arzobispo santafesino, renunció a su cargo y envió una carta al papa Juan Pablo II en la que no reconocía "culpas" ni "acusaciones".

Tres meses después, Storni declaró en sede judicial y negó los cargos, siendo reemplazado por otro ave negra, monseñor José María Arancedo. De allí en más, el ex arzobispo se recluyó en una finca de La Falda, provincia de Córdoba, propiedad del Arzobispado santafesino, y gestionó su jubilación, beneficio que le fue otorgado.

En febrero de 2003, el ex juez de Instrucción Eduardo Giovanini lo procesó por el presunto delito de abuso sexual en perjuicio de un ex seminarista. En aquel dictamen, el magistrado desestimó otras dos denuncias contra la autoridad religiosa al considerar que el tiempo transcurrido superaba el establecido para analizar la causa.

En su presentación, el ex seminarista Rubén Descalzo había declarado que "me hizo pasar a su departamento, donde sólo había una lámpara encendida. Hablamos mucho y me convenció para que fuera. Cuando llegamos a la puerta me abrazó. El abrazo comenzó a prolongarse y me apretó más contra su cuerpo. Colocó su cara en mi cuello y me besó".

El abogado defensor de Storni, Eduardo Jauchen, dijo que "la justicia lo condenó a 8 años de prisión, que es la pena mínima, por abuso sexual agravado por la condición del autor. En este caso, se trataba de un sacerdote que estaba a la guarda".

"No puede ser que por sospechas, rumores o versiones unilaterales se condene a una persona. Nuestro sistema democrático y republicano trata de evitar este tipo de arbitrariedades. Por lo tanto, o vivimos en democracia y república o seguimos viviendo en el caos, el desorden y culpamos a una persona por comentarios", remarcó también.

Finalmente, Jauchen dijo que "en este momento, Storni tiene o está por cumplir 74 años. En este proceso llevamos más de 7 años. Por lo tanto, en el peor de los casos, tendría que cumplir con el arresto domiciliario por su edad y estado de salud" y añadió que "esta es la única causa en la que no fue absuelto el ex arzobispo. Lógicamente, ya apelé este fallo".

Antes de ser condenado Storni logró acogerse a una jubilación de más de 7 mil pesos pese a que no tiene la edad para percibirla ni padecería invalidez alguna, ambos requisitos legales para acceder al beneficio.

Esta pensión le llegó merced a una resolución de la la Secretaría de Culto de la Nación que lo encuadró dentro de la ley que otorga la jubilación, con el argumento de que para el derecho canónico existe una "causa grave" por la cual queda "disminuida su capacidad" para desempeñarse en el oficio episcopal, aunque no habla de cuáles son esas "causas graves".

Es decir, Storni cobra una jubilación de privilegio por una ley que se la otorga si es inválido, cuando la única invalidez para ejercer su cargo eclesiástico es moral.