El CAC (Club de Ancianos Cébiles) ha deliberado nuevamente y me ha despertado de mi modorra anticlerical; este rejunte de "decrépitos viejos carasdepiedra" tiene la virtud de hacerme montar en cólera con sus execrables valoraciones cada vez que salen de sus sarcófagos.
En algunas oportunidades me resisto a escribir sobre este grupo de deshechos cloacales con la premisa de no dar por el pito más de lo que el pito vale; pero ellos me pueden y, debo confesar, me alegro que lo hagan, pues me da la oportunidad de hacer mi catarsis pasionaria y descargar sobre estos seres despreciables mi andanada de epítetos mundanos aprehendidos en la UdlC (universidad de la calle).
Por otra parte debo reconocer que yo mismo me enfrasco en estos vericuetos abriendo las páginas virtuales del pasquín liberal/clerical/agrogarca santafesino. Para mis detractores diré que busco en estas páginas sólo información del gallardo equipo rojiblanco.
¿cuándo será el día que el CAC no interfiera más en la vida de todos? ¿cuándo será el día que se juzgue a esta manga de sicópatas sexuales por los abusos a menores? ¿cuándo será el día que lo vea en la cárcel al "rosadito" de Storni y su apestoso grupúsculo?
A fuerza de ser sincero me voy quedando sin adjetivos calificativos para seguir emprendiéndola contra esta caterva de ratas orilleras y la Organización Mundial de la Mentira a quien representan.
Por último y parafraseando al compañero D'Elía, "soretes los odio, tengo un odio visceral contra ustedes; odio a la puta iglesia católica".